Cuando tú naciste
aún dolía el hambre, el invierno era crudo y la nieve dormía.
Cuando tú naciste
el olor a carburo ceñía los cuerpos y todavía sangraba la herida del miedo.
Cuando tú naciste
la tristeza era el rostro fiel de la vida y la pena destilaba gotas de odio.
Cuando tú naciste
la infancia parecía vieja y una secreta alegría anudaba esperanzas.
Cuando tú naciste
los sueños eran puros y las horas lentas como el perdón.
¡Tiempo rugoso, latidos de la roña,
cuando tú naciste!
[Publicado en la revista Cuadernos del Matemático, 2001]
Imagen: Nils Udo