miércoles, 31 de agosto de 2011

Canto II (Saint-John Perse, Anábasis)




















II


En los países frecuentados existen los más grandes silencios, en los países frecuentados por saltamontes a mediodía.


Marcho, marcháis por un país de altas pendientes de melisa, donde ponen a secar la colada de los Grandes.


Franqueamos el vestido de la Reina, todo de encaje con dos bandas de color moreno (¡ah, cómo mancha el ácido cuerpo de mujer un vestido en el lugar de la axila!).


Franqueamos el vestido de Su hija, todo de encaje con dos bandas de color vivo (¡ah, cómo atrapa hormigas la lengua del lagarto en el lugar de la axila!).


Y acaso el día no acabe sin que un mismo hombre se consuma por una mujer y por su hija.


Risa sabia de los muertos, ¡que nos pelen esa fruta...! ¡Cómo!, ¿ya no hay más gracia en el mundo bajo la rosa silvestre?


De este lado del mundo viene un gran mal violeta sobre las aguas. El viento se levanta. Viento marino. ¡Y la colada


vuela!, como un sacerdote despedazado...

Saint-John Perse, Anábasis
[Traducción de Luis Valdesueiro, publicada en El Alambique, núm. 3, mayo-octubre 2011.]

Imagen: Paul Klee

martes, 23 de agosto de 2011

Canto I (Saint-John Perse, Anábasis)


I

Sobre tres grandes estaciones estableciéndome con honor, auguro bienes al suelo en que fundé mi ley.

Las armas en la mañana son bellas y el mar. A nuestros caballos entregada la tierra sin almendras

nos vale este cielo incorruptible. Y no se nombra al sol, pero su pujanza está entre nosotros

y el mar por la mañana como una presunción del espíritu.

¡Tú cantabas, poderío, en nuestras rutas nocturnas...! En los idus puros de la mañana, ¿qué sabemos del sueño, nuestro mayorazgo?

¡Un año aún entre vosotros! ¡Dueño del grano, dueño de la sal, y la cosa pública en justas balanzas!

No gritaré a las gentes de otra orilla. Ni trazaré grandes

barrios de ciudades en las laderas con el azúcar de los corales. Pero mi designio es vivir entre vosotros.

En el umbral de las tiendas ¡gloria!, ¡mi fuerza entre vosotros! y la idea pura como una sal celebra sus audiencias en el día.

*

... Frecuenté la ciudad de vuestros sueños y detuve en los mercados desiertos ese puro comercio de mi alma, entre vosotros

invisible y asidua como un fuego de espinos en pleno viento.

¡Tú cantabas, poderío, en nuestras rutas espléndidas...! «En la delicia de la sal todas son lanzas del espíritu... ¡Avivaré con sal las bocas muertas del deseo!

A quien, alabando la sed, no ha bebido el agua de las arenas en un casco,


le concedo poco crédito en el comercio del alma...» (Y no se nombra al sol, pero su pujanza está entre nosotros.)

*


Hombres, gente de polvo y de todas las costumbres, gente de negocio y de ocio, gente de los confines y gente de más allá, ¡oh gente de poco peso en la memoria de estos lugares!; gente de los valles y de las mesetas y de las más altas pendientes de este mundo en el límite de nuestras riberas; husmeadores de signos, de semillas, y confesores de soplos en el Oeste; seguidores de pistas, de estaciones, levantadores de campamentos con la brisa del alba; oh buscadores de agua en la corteza del mundo; oh buscadores, oh descubridores de razones para irse a otra parte,

no trafiquéis con una sal más fuerte cuando, por la mañana, en un presagio de reinos y de aguas muertas suspendidas en lo alto sobre los vahos del mundo, los tambores del exilio despiertan en las fronteras

la eternidad que bosteza sobre las arenas.

*

... Con hábito puro entre vosotros. Un año aún entre vosotros. «¡Mi gloria está en los mares y mi fuerza entre vosotros!

A nuestros destinos prometido el soplo de otras riberas y, llevando más allá las semillas del tiempo, el resplandor de un siglo en su apogeo en el fiel de las balanzas...»

¡Matemáticas suspendidas de los bancos de sal! ¡En el punto sensible de mi frente donde el poema se aloja, inscribo este canto de todo un pueblo, el más ebrio,

de nuestros astilleros sacando inmortales carenas!

(De Anábasis, de Saint-John Perse)


Traducción de Luis Valdesueiro, publicada en El Alambique, núm. 3, mayo-octubre 2011.

Imagen: Alberto Durero

martes, 2 de agosto de 2011

Canción (Saint-John Perse)



Nacía un potro bajo las hojas de bronce. Un hombre puso bayas amargas en nuestras manos. Extranjero. Que pasaba. Y hay algarabía de otras provincias de mi agrado... «Os saludo, hija mía, bajo el más grande de los árboles del año.»



Pues el sol entra en Leo y el Extranjero ha puesto su dedo en la boca de los muertos. Extranjero. Que reía. Y nos habla de una hierba. ¡Ah, cuántos soplos en las provincias! ¡Qué comodidad en nuestras vías!, ¡cómo me deleita la trompeta, y la pluma sapiente en el escándalo del ala...! «Alma mía, muchacha, tenéis modales ajenos a los nuestros.»


Nació un potro bajo las hojas de bronce. Un hombre puso estas bayas amargas en nuestras manos. Extranjero. Que pasaba. Y hay un gran estruendo en un árbol de bronce. ¡Asfalto y rosas, don del canto! ¡Truenos y flautas en las estancias! ¡Ah, cuánta comodidad en nuestras vías, cuántas historias en el año!, ¡y el Extranjero con sus costumbres por los caminos de toda la tierra...! «Os saludo, hija mía, bajo la más bella túnica del año.»
(De Anábasis, de SAINT-JOHN PERSE)

Traducción de Luis Valdesueiro, publicada en El Alambique, núm. 3, mayo-octubre 2011.

Imagen: Jean Dubuffet

sábado, 28 de mayo de 2011

Las palabras y las cosas


Henri Michaux

Cuando la noche cae
y la esperanza es un puñal entre silencios,
cuando el cielo es un grito de sangre,
cuando la luz declina y se abre una certeza,
sientes que el mundo te abandona

(ese mundo que abraza los infiernos
y aturde la memoria del pasado
y envenena las horas con áspero temor).

Y así, desnudo y solo,
añoras las palabras y las cosas
que nunca volverán.

[De Cuaderno de sombras, 2001]

viernes, 8 de abril de 2011

Amor y olvido
















Conoces el reverso de los sueños:
desilusión y hastío.

Sabes el sabor de la esperanza:
agrio temor de madrugada.

Añoras la fuerza del amor
y la belleza del olvido,
canto turbio en el corazón.

Has vivido tu vida, y aún esperas
quién sabe qué luz desconocida.

[De Cuaderno de sombras, 2001]

Imagen: Victor Vasarely

sábado, 12 de marzo de 2011

Desasosiego que bulle en el alma...


DESASOSIEGO QUE BULLE EN EL ALMA como un temblor sin fin. Los pies no hacen pie en el suelo del mundo, el espíritu vuela por las altas sendas del dolor, la carne sufre como árbol al que roban su savia. No hay alegrías puras ni dolores eternos. Todo es mudanza y confusión. Pero el temblor que gime en las cavernas del alma, ¿adónde nos lleva?, ¿de qué rutinas nos libra?, ¿a qué batallas nos arroja? Misterios del tiempo y de la nada. Lo que fue, ya no es; lo que es, no será… y lo que será, ¿quién sabe si será? Cada día es un duelo con el tiempo, y siempre nos vence el día y nos derrota el tiempo. Pero ahí, en la derrota, ahí está el orgullo, nuestra luz: en la derrota brilla nuestro ser, el temblor de nuestro existir, la luna de nuestro anochecer.

[Del libro inédito El círculo de las palabras]
Imagen: Domenico Gnoli

domingo, 6 de marzo de 2011

sábado, 5 de febrero de 2011

Tarde de domingo



 

Con su aroma a Laforgue
declina la tarde y el domingo:
hastío, tristeza, quietud, olvido.


Las horas atraviesan el vacío.

[De Cuaderno de sombras, 2001] 
Imagen: Domenico Gnoli

viernes, 14 de enero de 2011

Invierno


Temblantes pájaros
en las desnudas ramas.
Se muere el año.


*   *   *


Huecas palabras.
Humillando al silencio
se pudre el alma.
[Inéditos. Diciembre 2010]
Imagen: Chema Madoz