Nocturno silencio. Huele a otoño y a nostalgia amarga. ¡Cuánto pesan los sueños solo sueños! Años y años condenado a creer que el brillo de la vida nos espera tras los altozanos del tiempo. Y cuando llega ese instante -¡tanto tiempo somos ya!, ¡tan desvalido es nuestro ser!-, solo añoramos -oh, dicha suprema- los cándidos días lejanos, aquellos en que nuestro deseo era pura luz.
Huye el tiempo y solo nos queda respirar la eternidad de cada instante, de este instante, sin duda, en que sobre mí gravita lo que nunca seré, pese a todos los sueños.
[Publicado en la revista Cuadernos del Matemático, 2001]
[Publicado en la revista Cuadernos del Matemático, 2001]